SUMMERHILL O EL FRACASO DEL "BUENISMO" EN LA EDUCACIÓN
La primera escuela Summerhill fue fundada por Neill cerca de Dresde en Alemania; de ahí pasó a Austria y, más tarde, en 1923, a Lyme Regis, en el sur de Inglaterra, país en el que echó raíces bajo la denominación actual: Summerhill. Desde 1927 la escuela se encuentra en la ciudad inglesa de Leiston (Suffolk). Neill llevó a cabo una interesante reforma pedagógica y es el representante de la educación antiautoritaria.
Summerhill es un internado privado para menores de edades comprendidas entre 5 y 17 años. A diferencia de la escuela tradicional, en Summerhill se da más valor a la estabilidad emocional que a la adquisición de conocimientos. Neill deseaba darle a los menores la oportunidad de decidir por sí mismos cómo organizar su vida, sin estar sometidos a prescripciones de padres o profesores. Eneste centro educativo la asistencia a clase es voluntaria; lo cual constituye uno de los motivos por los que la institución es tan controvertida.
Las tres características principales de Summerhill son: autoorganización, autoaprendizaje y autodeterminación de valores morales. Y e l principio que rige esta escuela es la libertad en la educación.
NORMAS Y OBLIGACIONES
Summerhill también tienen normas. La diferencia con el sistema tradicional es que estas normas se deciden conjuntamente por alumnos y profesores. La organización de la comunidad se basa en un sistema democrático de separación de poderes. Existe un Comité, un Defensor del Pueblo, un Tribunal y la Reunión, cada organismo con su función específica.
El Tribunal se reúne una vez por semana y en su seno se debaten los problemas planteados por profesores o alumnos. Las decisiones se toman por mayoría. Existe un sistema de sanciones que consisten, por ejemplo, en lavar platos, ayudar en el teatro, etc.
La Reunión es un cuerpo legislativo en el que se establecen las normas de Summerhill. Cada asistente (alumno o profesor) dispone de un voto y las decisiones se toman por mayoría.
Algunos asuntos son exclusivamente decididos por la Dirección: temas de salud, seguridad y administración, como, por ejemplo, determinación de las tasas escolares o contratación del profesorado. Los alumnos tienen prohibido el consumo de drogas y alcohol.
Summerhill es, en fin, una propuesta de cambio de esquemas sociales, lo cual queda patente en la siguiente cita de Neill: “La paz mundial no depende de la matemática ni de la química: depende de una actitud nueva y más amplia hacia la vida emotiva”(Neill del libro Corazones, no solo cabezas en la escuela).
PROBLEMAS DE ADAPTACIÓN
A pesar de que su actual directora, Zoe Neill Readhead –hija del fundador–, afirma que “enviar a Summerhill a los inspectores ministeriales es como encargar a los ateos que inspeccionen una iglesia”, un informe elaborado por el Ministerio de Educación de Gran Bretaña ha alertado de la escasa preparación con la que salen de sus aulas los estudiantes.
Mercedes Ruiz Paz, profesora, investigadora y autora de Los límites de la educación (Unison), asegura que el principal problema del sistema Summerhill reside en que “por querer hacer libres a los alumnos, se les deja desatendidos y sin orientación. En sus aulas no se sigue un plan de estudios, ni hay un itinerario de cursos normal. Los niños pueden entrar en clase o no, pueden estudiar o dedicarse a cualquier actividad de ocio... Eso crea en ellos unos terribles problemas de disciplina y voluntad, que les ocasionan dificultades en el mundo adulto para adaptarse al ritmo, la exigencia y los horarios de la Universidad, de la Formación Profesional, del trabajo. Quienes piensan así creen que la semilla de un chaval crece sola, pero no, necesita de la tierra y del agua, o sea, de la dirección de un adulto y de la enseñanza y la disciplina...”
NUEVA ESCUELA
Y Ruiz Paz no exagera ni un ápice en su análisis. Según indicaba Alexander Neill, fundador del internado, en un libro que lleva el mismo nombre que su escuela, “no tenemos nuevos sistemas de enseñanza, porque no consideramos que la enseñanza sea muy importante en sí misma”. Que la escuela tenga o no un método específico para enseñar a dividir por muchas cifras no tiene ninguna importancia, porque esta operación sólo tiene interés para aquellos que la quieren aprender”.
Más de 80 años después, las tesis buenistas de Neill hacen aguas en Gran Bretaña, y sus alumnos prefieren matricularse en centros donde la disciplina sea un valor añadido. En España, sin embargo, parecemos “seguir deslumbrados con lo que muchos llaman ‘nueva escuela’, aunque haya resultado un fiasco”, sentencia Ruiz Paz.
ALARMANTEMENTE SIMILAR AL SISTEMA ESPAÑOL
Los postulados de Summerhill constituyen el paradigma de no pocos pedagogos españoles: las opiniones de estudiantes y profesores son iguales, desaparece el cero de las notas, un alumno tiene 52 derechos por apenas 10 deberes...
Mercedes Ruiz Paz afirma que “desde los 70 nuestra legislación es de un ‘buenísimo’ impresionante; pero sobre todo desde los 80, cuando a la experiencia de Neill se le llamó aquí ‘escuela nueva’, por más que llevase 60 años en marcha. El permisivismo implica que el niño es tan libre que no necesita del adulto. Supone que un niño es bueno por naturaleza y que el adulto es una mala influencia para él. Y eso es muy peligroso porque implica que la sociedad es el lugar donde se pervierte al niño, en lugar de ser el lugar donde ha de desarrollarse como persona de bien”.
Y advierte de que “el gran problema es que nuestras leyes actuales están inspiradas en este ‘buenismo’ que ya ha fracasado en Europa. Produce malos resultados, perjudica a los alumnos –sobre todo a las familias de clases más bajas– y, si seguimos sus recetas, podemos hacer de nuestra enseñanza pública un inmenso Summerhill.
Previo a mi reflexión personal he expuesto dos opiniones contrastadas, intentando con ello plantear la hipótesis del fracaso de la “controversia”. La educación, como una institución más de la sociedad, hace aguas. La crisis en todas sus dimensiones alcanza a la escuela. Más que hablar del fracaso de Summerhill, centraría la atención en el fracaso de la educación.
La escuela no es más que un reflejo de la sociedad, una escuela como Summerhill en decadencia, nos indica un alarmante fracaso de los valores de la sociedad. Un niño, un adolescente necesita modelos, límites, normas y valores. Los adultos deberíamos dejar de debatir y trabajar por la solución.
Trabajar por la escuela que enseña primero a ser persona, una escuela en libertad, antiautoritaria sin caer en la anarquía, una escuela con padres participativos, cercana a la realidad y necesidades del alumno. Una escuela sin profesores desmotivados. Es más simple de lo que creemos, es construir sin destruir, aprovechando los recursos al máximo. Es no caer en el nihilismo.
Florencia Moragas
El porta (l) voz-educarte
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